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Conversaciones con Amighetti
Por Francis Mc Neil
Ex Embajador de los Estados Unidos en Costa Rica y sobrino político del artista Francisco Amighetti.

Cuando Miriam y yo nos casamos, sabía que iba a casarme con una familia y que uno de sus tíos era artista. No sabía, hasta después, que Francisco Amighetti era uno de los grandes artistas de América Latina (“Artista del Siglo XX de Costa Rica, según el criterio del periódico más leído del país. La Nación.)

Miriam contaba entre sus mejores amigas a sus primas Olga y Marta, las hijas de Paco y su segunda esposa, también artista conocida, Flora Luján. Trataban a Miriam casi como otra hija y nos invitó a una fiesta de artistas en Cuesta de Núñez, la noche después de mi llegada a San José, tres días antes de nuestra boda.

En aquel tiempo, hablaba poco español. Era un alivio poder hablar en inglés con Paco, autodidacta y trotamundos por excelencia. Mantenía su inglés a pesar de la poca práctica que tenía en Costa Rica, después de haber vivido sus aventuras en Harlem y Taos, años antes.

Ya había vivido en Japón dos años y había empezado mis estudios de su idioma y cultura que iban a ocupar gran parte de mi vida. Ya había comprado mi primer grabado en madera del estilo moderno japonés (hanga) pero era evidente que Paco sabía mucho más que yo sobre el arte del Japón, aunque todavía él no había visitado aquellas lejanas islas.

Me explicó que cuando era joven experimentó con grabados (ejemplo: Francisco en Harlem) pero luego había dedicado sus esfuerzos a los óleos, las acuarelas, los murales (ojalá que el traslado del mural de la Lincoln se haga en forma adecuada). Siempre Paco admiraba a los grabadores japoneses, no solo a los modernos sino a los de la época feudal (ukiyoe o mundo flotante) y enseñaba sobre ellos y su influencia en los impresionistas franceses en los cursos que dictaba Paco sobre historia del arte. Aunque él no sabía en aquel momento, el grabado, el primer amor artístico de Amighetti, estaba destinado a ser en pocos años, la más alta expresión de su arte.

Era la primera de muchas conversaciones con Paco a través de tres décadas, en que me brindaba su amistad, normalmente acompañada de un whisky o dos. (Primero tomábamos J&B, pero luego nos graduamos a Chivas). Solíamos, Miriam y yo, cuando visitábamos Guatemala y luego por muchos años en Japón, visitar la familia de Costa Rica cada dos años. De estas conversaciones con Paco, de su regreso al grabado, y de sus triunfos, especialmente en Japón, pienso contarles algo más en una próxima nota, en este año del centenario de Francisco Amighetti.


Francisco Amighetti

 

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