Benemérito don Paco Amighetti
Laura Cordero Amighetti

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Mi abuelo disfrutó su obra, que al igual que él, creció con el alma desnuda

Hace cinco meses me mandó mi madre, Olga Amighetti, desde Turquía, un correo electrónico en donde me contaba con ilusión que querían nombrar a mi abuelo benemérito de la patria. El 26 de marzo, recibí la noticia de que esa ilusión es una realidad.

Me llena de orgullo y admiración su trayectoria como grabador, dibujante, pintor, muralista, escritor y poeta; además, su enorme conocimiento cultural, la pasión con que vivió su vida y cómo enriqueció la cultura costarricense con su obra.

Llevo en el alma enseñanzas que me dejó mi abuelo acerca de la libertad, la soledad, la originalidad, el ser quien uno quiere ser, el amor por la vida y la maravilla de una tercera edad alegremente vivida.

Así era él, como en sus obras: “Estoy siempre como el niño de mi grabado (La gran ventana), mirando por la ventana, la calle donde transcurrió mi infancia hecha recuerdos”' “Cuando todo se haya perdido, conservaré, sin embargo, mi ventana”' “La nube' es la página blanca donde proyecto el peso de mis dudas y el adiós de mis sueños". (El niño y la nube).

Mi abuelo disfrutó su obra, que al igual que él, creció con el alma desnuda. Una obra grande, hecha a base de esfuerzo y disciplina, y sin dejar de creer que nuestra plástica llegaría a ser universal.

Mami' cuando me contaste la noticia, no sabíamos que, al final, cuando se diera el nombramiento, ibas a estar a la par de tata celebrándolo. Me duele en el alma no poder contemplar tus ojos llenos de orgullo y alegría por este evento tan lindo que a toda la familia nos llena de orgullo.

La trascendencia de este reconocimiento me ha motivado a escribir estas palabras a aquellos que tan extraordinariamente otorgaron este honor a quien verdaderamente se lo merece.

“Ya me he despedido de todo desde hace muchísimo tiempo... Quiero mirar caras desconocidas... nuevas humillaciones o nuevos éxitos que mi corazón vuelva a sonar otra vez en otras calles”.