50 varas al
norte de la Mejoral
Stefan
Baciu
Honolulú, Hawaii, octubre de 1969
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AMIGHETTI
Ministerio de Cultura Juventud y Deportes
Museo de Arte Costarricense
Exposición Retrospectiva y Contextual
Hay lugares
que cabe incluir en lo que podría llamarse
el mapa cultural de la América Latina. La 'Isla
Negra' de Pablo Neruda, el 'Beco da Lapa' de Manuel
Bandeira, y el 'Retiro de Apicucos' (Pernambuco) de
Gilberto Freyre. Estos sitios se integran dentro del
movimiento intelectual americano como sucede con el
'Café de Nadie' de los "estridentistas"
mexicanos, y la 'Calle Florida' donde se originó
el movimiento de los "martinfierristas"
de Buenos Aires.
Pero estos
datos son todavía incompletos, existen en este
continente hombres que se distinguen en aquello que
el cubano Enrique Labrador Ruiz llamó cierta
vez, la "manera de vivir". Así sucede
con Francisco Amighetti en su retraimiento y su voluntad
de pasar desapercibido, y que es sin embargo, sin
lugar a dudas, uno de los más grandes grabadores
en madera de la América Latina, y un ejemplo
vivo de la raza de los silenciosos, de los callados
y discretos.
Su vida ha transcurrido en su lugar natal, con excepción
de los viajes que lo han llevado por Suramérica,
Europa y los Estados Unidos, y sobre todo por las
repúblicas de Centroamérica, que documenta
el estupendo testimonio de sus grabados, en su libro
"Francisco y los Caminos".
El artista en su casa—taller ubicada en el barrio
La Paulina, 50 varas al norte de la Mejoral, viene
a ser la "Isla Negra", o el "Beco"
de Amighetti, es un lugar encantado, enteramente suyo,
señalado por su presencia.
Aquí
uno de los grandes creadores de América, hace
de los árboles nativos un concierto de luces
y de sombras, de colores y semitonos, una verdadera
orquesta de la selva, que suena y habla bajo el dominio
de un artista que supo hacerse notable sin premios,
sin concursos, sin medallas ni partidos políticos.
He visto a Amighetti caminando rumbo a su casa, con
las maderas de sus grabados que llevaba como si fueran
un tesoro, y así me he dado cuenta de su mundo.
Este responde al universo de sus coterráneos:
Joaquín García Monge y Max Jiménez,
los creadores que supieron hacer arte dentro de esta
dimensión que va desde la sodita de Guadalupe
hasta el Louvre, y desde el Metropolitan Museum hasta
el parque Morazán.
En los grabados
más recientes, el mundo habla el idioma de
Amighetti a través de la madera de Costa Rica.
Este lenguaje universal llega de los bosques que él
ama y conoce. Pero, desde la madera original, o de
la que descansa sobre su mesa de trabajo, hasta el
grabado expuesto en las salas de exposiciones, existe
una terrible distancia. Este es el arte de Amighetti;
sólo él sabe cómo se talla, cómo
se siente y cómo se la hace hablar.
El ron ron,
y el cocobolo empiezan en la casa-estudio de Amighetti
una nueva vida. Su casa es un barco sobre las nubes
que navega entre la lluvia, cuando las camionetas
de Sabanilla y de la Betania pasan por la esquina
de su calle, cuando los pasos perdidos suenan en la
noche delante de la habitación donde una luz
se detiene sobre la madera recién cortada,
nace una obra de arte, allí en Costa Rica,
en el barrio de La Paulina, 50 varas al norte de la
Mejoral.
Stefan Baciu
Honolulú, Hawaii, octubre de 1969
50 VARAS AL NORTE DE LA MEJORAL
Maderas
Silencio gritando en Munch
idea hiriendo las sombras en Masereal
alemanas Áfricas en Schmidt-Rotluff
y estas maderas de Amighetti
calientes en su pasión
exactas como el sueño en las noches Josefinas
muro de colores en el aire
50 varas al norte de la Mejoral
en el silencio de Costa Rica
para los hombres de América
Amighetti
Entre Alajuela y los templos
del Perú
graba maderas con un sueño y un puñal
el poeta que habla con las cenizas del Irazú
50 varas al norte de la Mejoral.
Lo he visto bajo las lluvias
josefinas
solitario, melancólico, en el ambiente municipal:
ha traído en la suela el polvo de los caminos
50 varas al norte de la Mejoral.
Grabando en negro y blanco
los aires del mundo
trabaja el taco como si fuese cristal
expresionista latino, aéreo mismo cuando profundo
50 varas al norte de la Mejoral.
No está solo —mismo
cuando está solo:
García Monge baja de su invisible pedestal
viene Max Jiménez, vienen Lujan y Manolo
50 varas al norte de la Mejoral.
Cuántas veces juntos
en el barrio La Paulina
levantamos las copas —el corazón en el
ojal—!
Lo oigo, lo veo, cortando la neblina
50 varas al norte de la Mejoral.
Honolulú, Hawaii
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