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Francisco Amighetti
En el grabado de madera desembocan mis vivencias y experiencias artísticas
Por Enrique Tovar
Forja
Julio de 1982

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Toda mi experiencia artística, inclusive mis libros -tra¬ducidos desde luego a la forma plástica -han desembocado en el grabado en madera- en color y en tamaño grande.

Las técnicas aprendidas en óleo, dibujo, acuarela, mura¬les y el estudio del color y la forma, en una u otra forma, las he llevado y las he dejado plasmadas en el grabado de madera.

Así se expresa Francisco Amighetti desde su cima de 75 años de existencia, desde la cual puede otear su obra iniciada hace más de medio siglo y que tiene el reconoci¬miento no solo en nuestro continente sino allende los mares de América.

En su taller-casa, "50 varas al norte de la Mejoral" -corno pretende inmortalizar el escritor y crítico Stefan Baciu - tuvimos una larga charla con Paco Amighetti, dividida en dos sesiones durante las cuales pudimos hacer un recorrido -desde luego que somero, porque Amighetti tiene una gran riqueza existencial y plástica- por su obra y por momentos culminantes de su vida en la cual, su labor más fecunda, su tarea más excelsa, se localiza en los últimos 15 años.
Ese motivo de intensa y notable producción crepuscular, es»/a llave que abre esta conversación infinita, inconclusa, pues Paco Amighetti es el grabador de América por antonomasia: recorrió sus pueblos captando sus imágenes, especialmente las pueblerinas y folclóricas y las ha dejado estampadas en claroscuros en la madera o bien con los colores de sus celajes y atmósferas.

Al respecto, el artista hace la siguiente revelación: "Mi mayor producción se concentra en los últimos 15 años por una razón muy sencilla. Me retiré de mi compromiso de profesor de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica y me dediqué 'por entero al grabado. Antes me era imposible, pues no tenía tiempo ya que debía trabajar para obtener los ingresos con que atender mis compromisos.

Mi trabajo en Bellas Artes era absorbente: daba clases de historia del arte y otras materias, como óleo y acuarela y me ponían a dar lo que se necesitara, aparte de mis enseñanzas en madera en blanco y negro.

En las vacaciones disponía del tiempo que necesitaba. Un amigo me prestaba su casa en Barva de Heredia y allí trabajaba a tiempo completo. En una ocasión de allí salieron obras para una exposición que realicé junto con Margarita Bertheau en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano. La exposición fue de acuarelas y tuvo tanto acogida entre la gente, que todo se vendió.

Yo tenía que robarle tiempo al tiempo para hacer mis obras. Por lo general pintaba mis óleos en la noche que es cuando hay silencio -el teléfono no suena ni llegan los cobradores. Metido en esa camisa de fuerza, pintaba.

Cuando me retiré de Bellas Artes fue con la idea de dedicarme exclusivamente al arte, para lo cual dispondría de mayor tiempo y libertad. Pensé en volver a entrar en escena, volver a establecer contactos en el exterior. Mi primera exposición, cuando dejé la Universidad de Costa Rica, fue en la Galería Amighetti en 1969. A partir de entonces empecé a producir más, a hacer exposiciones y a viajar de nuevo.

FRANCISCO CAMINANTE


Esta vez no fue con la mochila al hombro como en otras ocasiones, especialmente en su juventud, que se paseó a lo largo del continente, captando imágenes de toda clase. En esta ocasión Paco Amighetti recibía numerosas invitacio¬nes para que expusiera individual o colectivamente en diversos países, lo cual lo llevó por dos continentes más: Europa y Asía. Sus grabados empezaron a cotizarse muy bien en el mercado internacional y de varias de sus obras ha llegado a sacar hasta 50 copias, vendidas hasta a ¢5 mil cada una.

Entre otras, efectuó exposiciones en Bonn, Alemania Occidental, en México, en San Juan de Puerto Rico, en la UNESCO en París, en Japón (en dos oportunidades).

Sus obras se encuentran en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en el Museo del Grabado de Buenos Aires, Argentina; en el Museo Latinoamericano de San Juan de Puerto Rico, en el Ibero-Club, en Bonn; en el Museo de Arte Latinoamericano en La Habana, Cuba; en la UNESCO
en París, y en el Museo de Arte Costarricense, aparte de numerosas colecciones particulares de ciudadanos de diver¬sos continentes.

Si Francisco Amighetti ha sido un caminante impeniten¬te, sus obras se encuentran también transitando los más diversos caminos del mundo.

COMO EMPEZÓ AMIGHETTI

"Dibujaba como dibujaban todos los niños. Es común denominador de los niños dibujar. La prueba está en la continuidad. Cuando adolescentes todos-escribimos poesía por una etapa muy propia de la vida, pero el resto es seguir haciéndolo cuando se pasa esa edad", empieza relatando Amighetti al rememorar sus primeros pasos.
"Cuando salí del Liceo de Costa Rica me propuse seguir estudiando pero las únicas carreras -en aquella época- eran la de abogado y farmacéutico. Como me gustaba hacer experimentos químicos me metí a estudiar farmacia. Rápido me aburrí. Había que aprenderse la historia del hidrógeno y cosas parecidas. En su lugar me ponía a dibujar pajaritos y muñecos en clase. Terminé abandonando los estudios. Me pasé a Bellas Artes, pero en ese entonces allí no se enseñaba nada. Por mi cuenta empecé a hacer dibujos coloreados y mis primeros óleos. Por eso yo afirmo que no aprendí en ninguna academia, sino por mi propia cuenta. Aprendí más observando la naturaleza, en la sala de espera de una oficina, en los parques, en los ríos...dibujando a las turistas".

Atropellados le van cayendo, uno tras otro, los recuerdos a Paco Amighetti. Su memoria y sus detalles son asombrosos. Parece que revive de nuevo aquellos momentos, tal es su descripción precisa y viva.

“Trabajaba en Tributación Directa, en donde se media permiso para que fuera durante casi un año a Bellas Artes. Hubo mucha comprensión de mis superiores y compañeros. De ellos hice caricaturas, pero sin exagerar los rasgos ni caer en lo grotesco. Las caricaturas sólo las hice en hombres y fue una afición en los primeros años.


• El arte japonés me sacó de un callejón sin salida.

• Por tímido y mal comerciante fui explotado durante muchos años.

• Tres veces estuve tentado a vivir fuera de Costa Rica.

• El trabajo es el único camino del artista.

• Ahora puedo vivir del arte porque soy un fantasma en mí mismo.

• He hecho más de mil grabados en blanco y negro y 107 en color.

SALIR DE UN LABERINTO

Muestra Paco Amighetti un álbum que es un verdadero tesoro: una colección de los dibujos de su juventud, allá por los años del 25 al 28. En ellos se puede ver su evolución inicial. Dibujos sencillos, con hábil perspectiva, a veces unos cuantos trazos se van complicando luego y toman el camino del cubismo.

"Eran las influencias de la época", recuerda.
"En 1930 empecé a cambiar gracias a la influencia del arte japonés, que me volvió hacia la naturaleza pero dentro una síntesis de contenido, captando lo esencial a través del vehículo gráfico de la línea".

Rememora que al salir del Liceo de Costa Rica empezó a ir con más frecuencia a la Biblioteca Nacional, en donde trabajaba un compañeros suyo, Juan Arias, quien murió hace como cinco años.

Arias le facilitó un libro de arte japonés en el que encontró muchos dibujos. "En ellos pude ver el gran amor a la naturaleza y que no se necesitaban temas espectaculares; bastaba un pajarito bañándose en un estanque para desarro¬llar todo un tema".
Fue tan determinante esa influencia, que ahora Paco Amighetti, proclama sin ambages de ninguna clase: "La pintura japonesa me sacó de un callejón sin salida en que me había metido: el cubismo".

EXPLOTADO DURANTE MUCHOS AÑOS

Eran los años de la incomprensión. Los años del incipiente movimiento pictórico. Prevalecía el academicismo y el estilo clásico en los pocos pintores de la época. Paco Zúñiga, Juan Manuel Sánchez, Manuel de la Cruz González y Paco Amighetti, entre otros, iban haciendo sus primeras armas, en medio de la indiferencia y la acérrima y a veces hasta cruel crítica de los "entendidos" (?) y tradicionalistas del momento.

Pero llegó Teodorico (Quico) Quirós y empezó a organizar las primeras exposiciones colectivas e individuales en nuestro medio. El público empezó a tener contacto con otras maneras de expresión y poco a poco los "clasicistas" fueron siendo desplazados. El signo de los tiempos había cambiado en todo el mundo. Sólo en Costa Rica había resistencia.

Esa época, quizás la más dura y Paco Amighetti la recuerda desde lo más íntimo a lo exterior, en las siguientes palabras:

"Ni en mi propia casa les hacía mucha gracia el que yo me dedicara al dibujo. Mi madre consideraba que no era lo más afortunado. Sin embargo recuerdo con el cariño que ella cogía mis dibujos y los colgaba con alfileres en una pared de la casa, que se quemó y en cenizas quedó la mayoría de mis dibujos. Uno que otro sobrevivió en manos de algún amigo o compañeros de estudios. De ellos, el Ing. Bótanos, que murió hace poco, conservaba algunos.

El medio era difícil. Había mucha incomprensión, especialmente para el grabado en blanco y negro. Durante muchos años fui explotado. Los regalaba, me los hurtaban y muchos los vendía a diez y quince colones. Incluso en la década del cincuenta- llegué a venderlos a esos precios. Fui muy tímido y muy mal comerciante y de eso se aprovecharon hasta algunos amigos.

TENTADO POR LO EXTRANJERO

Por esa incomprensión, por esa falta de ambiente cultural en nuestro medio y porque el artista no era valorado como merecía, aparte de su espíritu escrutador con mucho de aventura y en busca de nuevas experiencias que le avivaron el asombro en su manifestación artística, Paco Amighetti se dedicó a peregrinar por América. A veces cogió para el norte y otras para el sur. Por los pueblos que fue pasando iba captando imágenes que quedaron en sus pinturas pero sobre todo en sus grabad os en blanco y negro.

"Me lancé hasta el cono sur. En Argentina hice una exposición que tuvo una gran acogida de la crítica y del público. Todas las obras las vendí. En esa nación sí valoraron mis trabajos, especialmente los grabados".

En otra oportunidad tomó hacia el norte y llegó a Nuevo Méjico con el propósito de estudiar en una academia las técnicas de la acuarela.

"Aprendí las técnicas de la acuarela pero no en la academia. Me iba con una inglesa al desierto a pintar y con ella y experimentando descubrí los secretos de esta técni¬ca".

Señala que a Argentina ha hechos tres viajes: la primera vez fue como atorrante, la segunda con una beca y la tercera en condiciones más favorables. En esta última permaneció dos meses en dicha nación durante los cuales expuso obras y visitó a sus amigos.

Confiesa que en tres ocasiones estuvo tentado a quedarse a vivir fuera de Costa Rica, pero por diversas razones no pudo hacerlo. Una vez quiso establecerse en México, otra en Argentina y una tercera en Arequipa, Perú.

La razón principal para que no lo hiciera fue su compromiso familiar.

"Yo nací casado. A los 21 años contraje nupcias con Emilia Prieto, con quien tuve dos hijos: Paulo y Cecilia, quien pinta pero no se dedica a esta actividad. Posterior¬mente me casé con Flora Lujan, con quien tuve a Olga y Marta. Finalmente me casé por tercera ocasión.

Mis primeros viajes los hice sólo porque no tenía dinero para ir acompañado. Eso me permitió hospedarme en pensiones y habitaciones de pueblo desde donde pude captar las imágenes reales. Esto no me hubiera sido posible metido en un hotel o dando una ligera vuelta por los bajos fondos. Yo me mezclé con el pueblo porque viví dentro del pueblo".

EXPERIENCIA ENRIQUECEDORA

Para Paco Amighetti esos viajes fueron fundamenta¬les en su quehacer artístico. "Parte de mi formación está, en mis viajes en todo lo que un viaje significa: ver exposiciones pictóricas que no era posible que se efectuaran en Costa Rica, hablar con gentes diferentes e inteligentes, observar otros paisajes. El contexto cultural de la Costa Rica de años atrás era como para ponerse a llorar. No obstante, al yo/ver del extranjero veía las cosas con ojos nuevos: la naturaleza, la gente, nuestro folclor, todo lo iba redescubriendo, lo cual me revitalizaba y hacía que amara más al país. Plásticamente me era de un gran provecho.

El retomar el contacto con la tierra natal me refrescaba y me enriquecía. Y ello está patente en mi obra, pues lo que habla más hondo son las cosas de Costa Rica: mi infancia, mi adolescencia e incluso las cosas de nuestro tiempo. Quizás si me quedo en el extranjero, en una nación más grande y con más oportunidades, me hubiera vuelto famoso pero mi mensaje sería diferente, al menos no con la misma fuerza y precisión".


INFLUENCIAS

Aparte de lo determinante que fue el arte japonés en sus primeros años, principalmente para darle una luz en cuanto a la decisión del estilo que habría de seguir en su carrera de artista, Paco Amighetti acepta tener influencias de los grabados mexicanos, que surgieron a raíz de la revolución y de los grabados expresionistas alemanes, que reestructuran el grabado en madera.

"Influyen en mí la pintura mexicana, la pintura cubista y de vanguardia y muchos ismos, pero no me metí en lo abstracto ni en el arte pop y otras corrientes, aunque el cubismo fue el inicio de la abstracción.

Las corrientes pictóricas que venían de Europa en mi tiempo influyeron a artistas costarricenses como Francisco Zúñiga y Juan Manuel Sánchez, entre otros. Unos con una mayor o menor intensidad. También hubo influencias del arte precolombino y del primitivo. Sin embargo, yo no me quedé en ningún ismo, pues hubiera sido epígono.

En esto del arte no hay receta para buscar la propia identidad, uno aprende sólo".


LOS BUENOS RECUERDOS

Aparte de sus vivencias por diversas latitudes, Amighetti recuerda con especial cariño y regocijo cuatro de sus numerosas exposiciones: la de 1932, en Buenos Aires, Argentina, que fue su primera exposición individual; la de Argentina, que fue su primera exposición Individual; la de 1979, retrospectiva, en el Museo de Arte Costarricense; la de 1980 en Japón; y la de 1981 en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano, que recogió una gran canti¬dad de sus obras, la mayoría grabados en madera en color (pasa a pág. 6)

Francisco Amighetti

 

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