Amighetti:
Comencé dibujando con
un tizón
Por: Lorena Argüello
Diario Universidad
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"Comencé dibujando
con un tizón, haciendo círculos en
el aire y aprendí dibujando al natural...
a mis compañeros, a los maestros, a las gentes
de las calles, de los parques, de las salas de espera
y a modelos gratis", así habló
Francisco Amighetti, mientras juntos hacíamos
un recorrido por su muestra retrospectiva que se
inaugura este viernes 3 de noviembre, en el Museo
de Arte Costarricense.
Mientras caminábamos
por las salas del Museo, recorrido que dura más
de una hora, y escuchaba la voz de este artista, iba
sintiendo cómo Amighetti va dejando momentos
de su vida y experiencias, en sus grabados, óleos
y dibujos.
Con un dejo
de nostalgia dice que ésta es su segunda y
última retrospectiva porque no va a vivir 200
años, ni tampoco va a tener a los 100 años
de edad, la salud que todavía tiene para trabajar.
Piensa que
esta retrospectiva encierra un doblo sentido, primero
porque las personas que tenían 10 años,
cuando hizo su primera gran muestra, hoy tienen la
oportunidad de conocer' su obra en su totalidad y
porque, además expone el trabajo realizado
en los últimos 11 años, que corresponde
a "toda la trayectoria de su grabado, elaborado
en madera y a color. Señaló que "todo
lo que ha aprendido, hasta lo que he escrito, desemboca
en el grabado".
SUS PRIMEROS
GRABADOS
Por allá,
en 1928 empezó a sacar sus primeros "grabaditos",
como él los calificó, en el Repertorio
Americano donde algunas veces, ilustraba sus poemas.
Antes de llegar al grabado tuvo una época de
cubismo, una etapa de experimentación que le
sirvió sólo como escuela de diseño
y composición.
Luego encontró en el dibujo japonés
un gran amor a la naturaleza y una gran simplicidad
que lo acercaron más a la vida y que lo alejaron
de las imágenes y de las metáforas,
situación que se refleja en sus grabados.
"En todos
mis cuadros, ya sean grabados, óleos, acuarelas
o dibujos voy dejando un poco de mi vida"...
Aquí hacemos una pausa para descender al mundo
interior del artista.
Por ejemplo vea usted este grabado: "Frisos de
los observadores observados", el tema son figuras
grotescas, son signos de estos tiempos, donde la gente
observa rostros que acechan. Está elaborado
en dos planchas, una roja y otra negra.
O, este otro,
"El niño y el nagual" que está
relacionado con una creencia universal. Aquella de
que toda persona tiene un doble. Esta creencia se
cristalizó en Méjico en el nagual.
"El Niño y la nube" es un poco autobiográfico,
lo digo en uno de los libros. Nací en una época
en que los aviones no poblaban el cielo y éste
era más misterioso.
Este otro es
el "Conflicto de un niño con un gato",
pero de tercer tipo...
Este grabado "Hospital", en un principio
pensé que sería parte de una serie,
pero al final sólo realicé uno. Representa
la soledad que he vivido cuan¬do he acompañado
a una persona enferma. Las luces, la gente que viene
de la oscuridad, un niño lisiado, figuras que
expresan la soledad de esos lugares y que en determinado
momento yo también lo sentí.
Y ese "Caminante"
soy yo. Uno camina en la vida y recuerda que lo primero
que ve cuando se llega a un pueblo, es el cementerio.
Es un caminante típico ¡bueno! yo tengo
sandalias.
Este otro es bastante característico "La
niña y el viento", aquí aprovecho
la textura de la madera para darle una expresión
pictórica y personifico al viento.
En "Nocturno"
la luna no brilla,brillan sólo los senos de
las mujeres y los rostros. La luna sólo sirve
de evocación de la noche.
"Tinterillos"
se refiere a los que no son abogados y explotan a
los campesinos.
En "La
Beata y la Virgen" el que sostiene la cruz soy
yo, ¡bueno! es lo que quería ser, pero
nunca pude llevar la cruz.
De pronto Amighetti
se detiene y, como reflexionando en voz alta y satisfecho
de su labor dice: "Ahora hay más conciencia
sobre el grabado. Se ha vuelto más independiente
y tiene su propio valor intrínseco. Recuerdo
quépase años haciendo dibujos y grabados
en madera y nunca los vendía. Hoy los tengo
y los expongo porque nunca me los compraron. Ahora
vendo pero, si me hubiese muerto hace 15 años...
Comenta que
hoy el grabado tiene socialmente una importancia,
hablando desde el punto de vista sociológico.
"El grabado tiene menos precio, está al
alcance de las gentes y puede difundirse con mayor
facilidad. ¡Claro!, es importante la difusión,
pero tampoco encontrarse con un grabado en cada pulpería.
"También me gusta el grabado porque hay
una parte de artesanía, donde se trabaja haciendo
incisiones. Yo no tiro los grabados en máquina
sino que los hago a mano y por eso los trabajo despacio
y de acuerdo a las necesidades. Si tuviese que hacer
50, me aburro ahí mismo.
Luego de esa
reflexión bajamos al segundo piso donde se
exponen parte de sus acuarelas. Encontramos algunas
escenas de la naturaleza del país, así
como escenas captadas en Italia, la antigua Guatemala
y en Buenos Aires. En las acuarelas no hay melancolía,
sino la alegría de vivir. "De salir una
mañana y ver el sol y sentir un goce y una
excitación de poder trabajar".
"Con la
acuarela se trata de apresar rápidamente los
cambios de tiempo, se trabaja sobre una estructura
y unas líneas fundamentales y sobre eso se
lanza a captar muy rápido la fugacidad de la
luz".
En cambio,
el óleo pareciera que es elaborado muy espontáneamente,
pero esta espontaneidad viene de la elaboración
lenta.
La acuarela
es directa, siempre hay un dibujo preparatorio, aunque
sea muy somero, pero esencial en la estructura porque
se tiene más libertad para moverse. Para mí
el dibujo es muy importante. Por ejemplo, el óleo
"Escalera", es trabajado capa por capa.
Aquí suceden una serie de cosas que no ocurren
en la vida real, es un poco surrealista. La mujer
desnuda, el borracho que sube, una figura misteriosa
en el fondo, los amantes y la escalera que se repite
en muchos de mis cuadros. Es casi obsesivo, será
que cuando viví en Buenos Aires iba de pensión
en pensión.
Entonces, esta
experiencia surrealista de la vida trato de proyectarla
en el arte.
La situación se repite en "Carnaval trágico"
y es una evocación de Nicaragua. Lo pinté
en 1954 y pareciera que es un anticipo de situaciones
actuales.
Podríamos seguir hasta cuatro horas más
haciendo el recorrido y no podríamos acabar
todas las obras porque se exponen más de 200
cuadros. Además algunos todavía estaban
empacados.
Amighetti termina
diciendo: "hay que trabajar porque el arte es
como una aventura, porque si uno supiese que esto
va a quedar así no existiría la sorpresa.
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