Poesía
ISABEL
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PRIMER POEMA A ISABEL
Conocía a Isabel, oscuramente,
no por haber hablado
con ella unas palabras,
sino porque sospeché su presencia
en las pinturas del Museo de los Oficios,
en el Louvre, en Amsterdam,
en la Galería Borghese.
Podría hacer una enumeración
más larga,
y siempre encontraría su imagen
esculpida o pintada.
Pero es hasta hoy que puedo contemplarla,
y descubrir en su pasado
su figura abocetada
a través de los siglos.
Es una mujer del Renacimiento,
como Isabella De Este,
y como las damas
de la corte de Urbino
que describe Baltazar Castiglione.
Ella también viene de Roma,
tiene la majestad
de los retratos esculpidos
de mujeres fuertes como ella,
que se vanagloriaban de sus hijos.
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LA XILOGRAFÍA EMPEZÓ
A SOÑAR
Mi último grabado es Isabel,
la madera ensanchó su superficie
para darle cabida a su imagen,
y la xilografía empezó a soñar.
Su frente creció como una torre
hecha para albergar su pensamiento.
Su cabello oscuro
para enmarcar su rostro
está hecho con la tinta china
de su nocturno silencio.
Sus brazos se asentaron
sobre la mesa,
y sus manos poderosas,
vestidas con la gota de sangre
de una sola piedra preciosa,
son tan elocuentes como sus ojos.
Y de sus ojos, basta decir
que, cuando pelea por la justicia,
lanzan llamas azules, verdes y doradas,
las mismas que se remansan
en su pecho cuando ama. |
ISABEL EN LA HISTORIA DEL ARTE
Si yo pudiera reconstruir su imagen
sacándola del tiempo,
escribiría que,
sus manos, son aquellas
de las muchachas o Korés
de mármol,
que durmieron su sueño
en la Acrópolis de Atenas,
bajo las ruinas de la ciudad
destruida por los persas.
En esta metempsicosis
de la forma,
fue la pitonisa que en la
sagrada Delfos,,
profería voces ininteligibles.
En sus níveos avatares
se ha bañado en todas
las fuentes:
la de Castalia,
la de Juvencia,
y en el río de Heráclito. |
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ISABEL LOS DOMINGOS
El domingo entraba blanco
almidonado, puro.
En la mesa sus manos habían puesto,
las flores de los prados.
Comíamos lo que ella
había creado,
y me despedía después
de la música
para seguir soñando.
Los domingos siempre estará
con su escote blanco,
con sus manos hechas
para la caricia y el trabajo.
Resonaban las lluvias
en Setiembre.
A veces comíamos
entre relámpagos blancos,
y la lluvia era un piano
de evocación perpetua
y dulces presentimientos. |
SU ESPALDA INFINITA
Hay besos que se pierden en el viento
o se hunden en la noche.
Hay un solo beso
en una dimensión
sin distancias,
el que imprimo
en su espalda infinita. |
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PARA COMPLETAR UNOS POEMAS
DE AMOR
El guarismo de mi edad
los completa,
me he quedado sin lazarillo,
como si nunca nos hubiéramos visto,
como si nunca la hubiera dibujado,
como si nunca
hubiéramos compartido el lecho,
como si nunca
nos hubiéramos sentado juntos
a la mesa.
Sumando estos nuncas
y estos siempres,
y multiplicándolos,
se llega al poema de amor
que fue sólo espejismo. |
HAI-KU
Cuando salíamos juntos,
ella se vestía con su propia belleza.
Me era grata su compañía.
Hoy me visto para ir solo.
Antes de salir
mi pensamiento se ensombrece. |
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