Cuando nos
escapábamos del
colegio y nos
Cuando nos escapábamos del
Colegio y nos subíamos a los árboles,
dibujé entonces a cinco de mis compañeros
subidos en un árbol. Caricaturicé sus
rostros y les puse cuerpos de mono, subí a
que se vieran, y leíamos más cerca del
azul.
Diez años después me
encontré con Eduardo, uno de aquellos compañeros
monos, porque yo también estaba representado
y aparecía como el mono que dibuja.
En un opúsculo de mis primeros
poemas, en donde quise expresar lo que sentía
con palabras sencillas, las mismas con que uno se
dirige a la madre o a un hermano, escribí un
poema sobre mi compañero de escuela.
Esa vez que me encontré con
Eduardo, llevaba de la mano a su hija. El padre de
Eduardo trabajaba en el Ferrocarril al Pacífico,
al pasar por su casa tocaba la campana de la locomotora.
Me contó que había muerto, y que él
trabajaba en lo mismo, de maquinista.
El breve poema a mi "compañero
de escuela" dice al final:
"Hoy ha llovido sobre tu cabeza
y tus manos
el calor del sol y el color de la pena,
y en tus ojos se sabe que has llorado
con otras lágrimas que no son las de niño."
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