Francisco en Costa Rica



Frente a mi casa

Frente a mi casa pasaba todos los días "el carretón de la basura" ornamentado con la móvil decoración de los zopilotes; saltaban a la calle dando brincos, temerosos de robar lo que les correspondía. Cuando no viajaban sobre los carretones de la basura, ni estaban en el cielo, se instalaban tranquilamente sobre los techos. Los asocio a la muerte, porque la conocí en los perros y los caballos picoteados por los buitres. Iban siempre de luto como los enterradores, en una eterna condolencia por las víctimas cuya muerte los favorecía. Esta vil manera de vivir a la que biológicamente estaban condenados, se sublimaba al contemplarlos planear en la altura en inmensos círculos en donde se convertían en ala, una ala firme como hoz de acero que segaba el viento. Viéndolos en el espacio, se olvidaba su fisonomía grotesca, su ridículo caminar y su historia de hambre; eran sólo vuelo.

Durante mi infancia, estas aves se concentraban en oí matadero municipal y en los suburbios; se sesaban al sol sobre los techos, y eran un escudo heráldico contra el poniente sobre las casas pobres donde vivían mis compañeros de escuela.


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