Poesía



 

DE MI MISMO

AUTORRETRATO EN EL BAR


Tanta música y solo en el fondo de un Bar,
la mesa siempre la misma igual a todas,
delante el papel para escribir y dibujar
y el vaso de cerveza y las olas.

"Esta vida así no puede continuar"
como decían mis mayores con su voz moral,
esta música sólo, este licor sin amigos,
esta ventana llena de mar ...
y esa vida no pudo continuar.

 

 

LAS VOCES AMIGAS

Cuando yo me vaya me llevaré el rumor de los sapos
el verso de la lluvia en los inviernos largos,
el canto de los grillos y la voz de los niños
caminarán conmigo sonándome en el pecho,
no importa adonde vaya;
en mesas, solitario debajo de las lámparas,
en los trenes que cruzan quejándose en la noche
o, en el exilio cerca de una ventana,
me sonará la música de las voces amigas
que arrullaron mi infancia, mi mocedad, mi vida.
No importa adonde vaya, ni las puertas que cruce,
y si mi viaje es corto o es eterno,
aún en otros mundos recordaré las voces,
las voces amigas.


EL REGRESO

Llegaré una tarde a una ventana
con los ojos de plata y gris el corazón,
"Vengo de otros países y tengo muchos años",
pero ninguno sabrá quién soy.

Y mi nombre sonará tan lejano
como una vieja canción,
y no seré más que un fantasma
sin pasaporte ni profesión.

 

 


MI CASA

¡Oh mi casa! Cada vez que repito estas palabras
la veo con sus maderas doradas
subido yo en los árboles del patio.

La miro entre los gritos de mis hermanos
y el ladrido del perro en los geranios,
y mi padre volviendo del trabajo
en los atardeceres de colores.

¡Oh mi casa, siempre hipotecada!
Yo miro los entierros que salieron
brutalmente desatando mi llanto.

Mi casa cada vez está más sola,
más llena de silencio, y en las noches
todavía rezan el rosario mi tía y mi madre
por todos los que estamos lejos.

INVENTARIO

¿Qué tengo?, sino una lámpara dorada
en cuya luz dibujo, escribo y sueño,
y en mi mesa una "uncuña" decorada
que en el Perú manos indígenas tejieron.

La cabeza güetar de un Dios de piedra,
los cuadros que me miran por los ojos
del "vendedor de santos" y "el barbero",
y un orgullo de ser lo que yo quiero.

 

 


SOY

Soy un animal herido
(en mi corazón
no cabe el odio)
que dibuja escribe y canta.


EL VENDEDOR DE SANTOS

Compañero, a mi edad no importa la miseria;
firmes están mis ojos, mi corazón y mi cerebro,
pero tu rostro sepia de pena estilizado
como los cristos pálidos que fabricas y vendes,
es digno del respeto que merece el que tiene,
no pelo sino plata, en el bigote y sienes.

Frente a la multitud sorda de los mercados
con tus santos purpúreos en el cajón de pino,
te he dibujado, igual que a un ángel de madera
que me hubiera encontrado en medio del camino.

Compañero, yo conozco la tristeza y dulzura
de ser como tú eres: pobre obrero y artista.
¿Qué somos sino trágicos y honorables mendigos
buscando compradores para nuestra pintura?

 

CANCIÓN DEL FRACASADO

De fracaso en fracaso por estar echando
barcos de papel,
después de los treinta años hago versos,
y me mezclo con putas y ladrones
para dibujar.

En un país donde no se cotiza el arte,
debería arrancarme esta quimera ardiente
que llevo en el corazón desde la niñez.
"Dejar de hacer muñecos" como decía
mi maestro,
"y aprender a leer, a multiplicar y a escribir".

Yo te oigo Pierrot en esta noche
sin ladridos de perros,
tocar en la guitarra hipotecada
la cancioncita triste
del que nunca tuvo éxito.


PIERROT Y YO

¿Quién oirá la canción triste
sino Pierrot?
¿Quién tendrá en su bolsillo
unos versos, una carta de amor,
unos centavos de cobre perdidos?
Quién sino Pierrot y yo.
¿Quién amará después de la luna
la ventanita de oro donde vive su sombra?
¿Quién pasará su mano de fantasma
sobre los perros desgraciados?
¿Quién hablará con el policía
como una sombra blanca?
Quién sino Pierrot y yo.

 

 

NO SABÍA QUE CONOCÍA A DIOS

No sabía que conocía a Dios
pero hubo palabras que me llevaron de la mano
cuando estaba perdido,
y me dijeron lo que sólo los sueños
son capaces de restituir con todo su colorido.

No creía que conocía a Dios,
pero encontré en el aturdimiento de los días
momentos puros en donde refugiarme.
Y entre las tempestades de la carne
al zozobrar entre paredes negras
y pavimentos manchados,
vi nacer entre gritos y blasfemias
verticales y finos surtidores
hechos de las lágrimas de los que sufren.

No conocía a Dios
pero nacieron para seguir viviendo
razones de belleza,
entre ángeles de furia bendecida
que lanzaban parábolas de oro,
y derramaban símbolos.

BUSCAN LA NOCHE

Los pobres, los artistas, los comerciantes, el hombre
buscan la noche, la pequeña muerte
preludio y símil de la otra.
Sumergirse en la oscuridad y su nepente
ser en el no ser de lo que duerme,
y resucitar con la luz que despierta,
la luz de San Agustín, la de Plotino,
la de Turner,
la que nos purifica en la ablución cotidiana.
En cada pecho se despereza un ave
que trémula bate sus alas en la sangre.

 

 

NECESITO EL CONTACTO CIEGO CON LOS ELEMENTOS

Dejar los libros, olvidarme de la pintura,
leer solamente los versos de la espuma
y mirar
el color de los velos con que el agua se desnuda.
Oír el arpa de las olas
y la que pulsan los dedos del viento
sobre un corazón abandonado a la soledad.

Limpiar mis noches de anuncios luminosos,
de la ciudad que raciona la belleza
y nos muestra la tarde encarcelada
en el rectángulo de una ventana,
y nos entrega apenas unos jirones de cielo.

Restaurarme a las noches esenciales,
escuchar lo que callan las estrellas,
saber que el viento corre sin obstáculos
sobre el mítico cielo de los poemas.

Encontrarme otra vez el infinito
para mirarlo con los ojos desnudos,
y leer en el espacio la taquigrafía de las aves,
no las letras de las páginas de los libros.

Necesito un baño de fosforescencias y espejismos,
e1 contacto ciego con los elementos,
y que mi corazón solitario
como lino de sal se extienda
en toda su dimensión tendido al viento.

EL POEMA

El poema es una línea
que rige las montañas, desdibuja las manos
y se hace río.
Es una bandera que el viento ha devorado
sobre el mar,
o lleva un niño en una fiesta patria.
El poema es una fruta,
se aspira como flor y se ve como cuadro.
Es la geometría metiéndose en el tallo
y organizando la dirección de las hojas
en proporciones áureas.
Y el poema es también
la noche de la ventana
en donde el ruiseñor de una constelación canta.

Si la poesía está fuera hecha paisaje
o hecha mujer
es porque la llevamos en la sangre.

El poema es un hilo de seda
que sale del corazón a sujetar las cosas,
y retenerlas en el instante
en que cruzan de la luz a la sombra.

 

MI INFANCIA FUE…

Qué fue mi infancia sino un vuelo de palomas
entre campanas,
una serie de convalecencias
entre almohadas,
y emerger más alto y más delgado
pero siempre igual a mí mismo.

Mi infancia está hecha de lluvias
y de gorriones sacudiéndose las alas,
mi infancia está hecha de sueños
para grande,
de barriletes de papel en cielos de seda
y de nostalgias anticipadas.
Mi infancia era tener una abuela
y dibujar con lápices de color.
Mi infancia fue soñar con los países lejanos
porque en lo lejano estaba lo maravilloso.
Mi infancia estaba llena de impotencias
que suplía con la fuerza de mis sueños,
y por eso todavía estoy en la infancia.
La muerte me acogerá como a un niño viejo,
y seguiré soñando mientras las golondrinas
suman y multiplican
en la pizarra del cielo,
y los gorriones beben agua
en las canoas cuando llega el invierno.

HOMBRES Y MONOS

Autorretrato

Yo soy un hombre, un mono
que he aprendido muchas cosas,
entre otras a olvidar mi árbol genealógico.

He roto con el pasado,
sin evolución,
de un salto.

De rama en rama
en escalera vegetal
llego a la copa de los árboles,
donde sumerjo en el azul
mis miembros largos y gimnásticos,
mi pequeña cabeza de fruta
con cáscara de cráneo.

Mi rostro de mono,
llega sin pasar por hombre
a calavera,
y en vez de dormir sobre la tierra
se levanta a danzar entre los árboles.

 
 

OTOÑO

He venido a estos parajes fríos
de los grandes lagos,
huyendo de mis dolores,
de mis punzantes recuerdos.

Sin embargo, no quiero borrar
lo que es imborrable,
lo tatuado por el fuego.

En este otoño de encendidos árboles,
en esta lluvia lenta
amarilla, dorada, roja,
con mi soledad a cuestas
deambulo por los parques
viendo caer las hojas.


AMENAZA

Llegué a presentir la locura,
se cernía sobre mí,
era el vuelo de un ave aterradora.

Yo era su blanco
en la lenta e inevitable angustia
de no saber el momento
de caer herido.


A veces me engañaba
dibujando, escribiendo poesía,
amando.

En mis sueños de noche
y en los diurnos
había una máscara,
sacada de la colección de máscaras mías,
que nunca había visto.

Se aparecía con mi rostro,
nunca fue más horrible
que cuando reía,
y solamente reía.

A veces en mañanas
del color de mis acuarelas
sentía que iba convaleciendo
de una enfermedad
que todavía no llegaba.

Un el matinal frescor
bajo los árboles,
apacentaba el presentimiento
de algo inminente
que iba a destruir
mi alma tambaleante.

Pero sigo existiendo
atado a la razón.
A veces es amada locura,
estar pensando frente a la ventana,
inmóvil frente a las lluvias.

Esa ave que vuela sobre mí
no me abandona
aunque esté lejos.

Yo sé que soy su presa
aunque, mientras eso sucede,
sigo existiendo
en las habitaciones
y los caminos,
en las conversaciones y el grabado.

Esta misma claridad para escribir
que a veces me aparta de la poesía,
me dice que, este razonar
es propio de la locura,
si no me abrumaría
esta temperatura de infamia
que pesa sobre el mundo.

 
 


ESTOY ENFERMO

Estoy enfermo del alma
aquí, encerrado en mi casa de madera.
Ante mi diagnóstico
me envían donde el psicólogo.

Yo, que me receto a mí mismo,
debería entrar a los templos
pero los templos no tienen voz,
o me hablan
como a un profesor de historia del arte.


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