Poesía



 

ARS MORIENDI

 

SURCO


De pronto se amanece
con un surco que se hizo en la noche,
y tíos atraviesa la mejilla.
Una cuchillada que se detuvo
en la comisura de los labios.
Ese surco se venía gestando,
desde que una lágrima
recorrió ese camino
y se secó en su cauce.

 

 

MI DOLOR


Mi dolor sube
y con lentitud se acerca a mi corazón,
mi corazón lo sabe y va a su encuentro.
El viento de diciembre
suena entre los árboles.
¿Qué dice su canción?
Nada, no dice nada,
aúlla, ladra, gime, canta.

HAY UN CAMINO


Hay un camino, y lo andaré yo solo
el último trayecto,
sin lazarillo, ciego hacia la nada.

 

 

LA CARTA


Voy a escribir esta carta
para no enviarla nunca,
es una carta para mí,
la escribo y no la leo,
nunca llegará a su destino
no pondré dirección,
nombre ni país.

Pero después de escrita
resultan tan vanas mis palabras,
que en esta misma tarde,
en la ventana,
la rasgaré para que el viento
la disperse.

CERCA DE LA VENTANA


Me he quedado cerca de la ventana
porque ahí llega la noche
con su frescura
con su luz negra,
con sus evocaciones.

Es un licor el aire
que aligera mi pensamiento,
y pone a sonar mi corazón
en su tono más lento.
Estoy solo, con los seres
que he perdido,
y que sólo regresan
a ocupar mi memoria.

 

LLORO


Lloro por los que nacen,
no por los que han muerto.
Los que se fueron
dulcemente duermen
en su mármol.

PROBABLEMENTE


Probablemente morir es estar solo,
quedarse con los labios sellados,
mientras pasan aquellos, los que cantan,
los que besan y aman.

Dormir en una colina
con los ojos abiertos y el corazón paralizado,
mientras estalla el sol
con pétalos de llama.

 

 

LA LUZ


La luz trémula
se cierne sobre el planeta.
Con mi corazón
cargado de sombras
me asomo al amanecer.

Siempre me dice lo mismo,
entiendo su lenguaje,
lo dicen los pájaros,
y lo dijeron mis padres
en una silaba de silencio,
en un monosílabo de muerte.

EL MURO


Golpeo el muro,
el muro es impenetrable,
no tiene alma,
es sordo,
está hecho
para separar definitivamente.

Es de obsidiana,
no tiene resonancia,
se viste con un brillo tétrico
hecho de noches desoladas.

En ese muro que no tiene fin
golpearé para pasar,
será inútil.

No puedo seguirla estando vivo,
tampoco estando muerto.

 

EL PAJARO NOCTURNO


Hay un pájaro nocturno
que picotea mi pecho.
En su sonido el que taladra,
el que perfora un túnel
y abre un cauce
en las tinieblas largas.

¿Quién hablará con su voz?
¿Qué cifras invisibles
tatuadas en el pecho de la noche
me dirán su secreto,
ahora que todavía
puedo escucharlo?

LA CANCIÓN


Hay una canción
que rueda por los caminos
va de una posada a otra,
y se detiene en las pulperías,
en los entierros, en las bodas.

Pasa por los cañaverales
trémulos, y desemboca
en los ríos.
Esa canción tan breve
nació en el silabario
de mi infancia.
Ha ido de guitarra en guitarra,
hasta que un día
se tenderá a dormir
entre las azucenas pálidas
y los lirios.

 

  BUSQUÉ LA LUZ


Busqué la luz como las plantas,
ávidamente, pero con lentitud y con reposo.
Fue la docencia de la luz
la que abrió mi alma a las ventanas,
la que puso color en los pinceles,
y provocó la lucha en mi grabado.

De tensión y dulzura alimentado
vive el arte que nace de mis manos.
La luz, la luz divina y cósmica,
la que limpia tinieblas
y esclarece,
la luz de la Edad Media,
la de los Santos, y la de
los Padres de la Iglesia.

Esa luz, la que busco
y me acompaña,
esa es la luz de Goethe
del campesino y el artista,
de las montañas y los ríos.

¿Qué es la muerte?
La muerte es,
entre otras cosdas,
un adiós a la luz.

RIVALES

Fueron rivales;
el que venció fue a celebrar su victoria,
el otro, el vencido
fue a olvidar su derrota.

La fiesta de ambos
consumió sus vidas.
Se encontraron
mucho tiempo después,
cuando no se sabía
quien era el victorioso o el vencido,
porcino la lucha oscura
y la muerte cercana,
les infundió un mismo parecido.

 

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