Iba
con mi compañero
Iba con mi compañero de escuela
a la casa de su tía; una de las razones era
el café que nos daba, con tostadas con mantequilla
y miel de abejas. Todo lo devorábamos con apetito
de adolescentes; aquello era una fiesta.
Una vez me llamó la tía
y me dijo que le ayudara a quitarse el vestido. Entonces
empecé a descubrir la cantidad de formas que
el cuerpo femenino, aparentemente tan simple, multiplica
y matiza; sentía su calor que entre menos ropas
más se acentuaba, como si me acercara a una
fuente de energía. En aquella habitación
donde el Corazón de Jesús tenía
una lámpara, se quedó completamente
desnuda. Entre los muslos un triángulo oscuro
y grande monopolizó mi tención. Su cabello
había quedado en desorden y se retorcía
por el cuello e invadía su frente. Tardaba
en encontrar sus prendas de vestir. Su espalda ora
una lámina pura, que fluía hasta sus
nalgas separadas por una línea fina, y contrastaban
por su volumen con la serenidad de sus omoplatos.
Sus brazos redondos se perdían en la sombra
del armario buscando sus vestidos; algunas prendas
yacían en desorden sobre la cama y en el suelo.
No sabría decir cuánto tiempo transcurrió
durante este oficio de ayuda de cámara. Se
vistió sola sin solicitar mi ayuda y luego
nos despidió obsequiándonos con frutas.
Mi compañero no volvió
a invitarme a la casa de su tía. Yo soñaba
con ella en el Liceo de Costa Rica mientras don Leovigildo
Arias nos mostraba en eI mapa el sinuoso curso del
Río Amarillo, don Napoleón Quesada citaba
fragmentos de poesías para ilustrar sus lecciones
de gramática, y don Fidel Tristón nos
hablaba de los vasos comunicantes.
Había visto en la Biblioteca
Nacional innumerables coproducciones de arte en las
que aparecía el cuerpo femenino desnudo; sin
embargo, su captación con los sentidos en aquella
penumbra, me obsesionó durante mucho tiempo.
El triángulo oscuro que había visto
sostenido en el lugar en donde los muslos se juntan,
no sólo surgía entre las sabias disertaciones
de mis profesores, sino también en la calle
y durante las noches y cuando veía a otras
mujeres. Aquella visión de la tía de
mi compañero de escuela, perturbó misteriosamente
mi adolescencia.
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